Después de América y Europa, ahora toca visitar un país africano y entre todos destaco uno: Egipto. 2 mundos conviven en este país mediterráneo. El primero te lleva a los orígenes de la civilización, a un mundo mitológico, rodeado de pirámides, templos, reyes, obeliscos y secretismo. Su encanto radica en lo poco que se conoce de esa cultura milenaria y los secretos y misticismo que envuelven sus construcciones e historia. Todo eso lo descubrirás en el crucero por el Nilo que te lleva desde Luxor a Assuan pasando por ciudades como Kom Ombo o Edfu. En contra de lo que pensaba, encontré templos muy bien conservados como el de Philae, Erfu o Abu Simbel (este último simplemente impresionante). Descubrirás también a la civilización nubia, montarás en dromedario, pasearás por el Sahara e incluso «verás» los famosos oasis del desierto.
Pero este país africano también tiene otro mundo. Es el Egipto del siglo XXI. La ciudad que mejor lo escenifica es El Cairo. Cosmopolita, bulliciosa y muy contaminada, aquí conviven musulmanes y una amplia colonia de cristianos coptos. A pesar de ser un país musulmán yo sigo defendiendo que nuestra cultura se parece más a la suya que a la de los países europeos. Su forma de hablar (palabra con parecida pronunciación), sus bailes (parecidos al flamenco), sus comercios cerrados a mediodía por el sol, el ambiente nocturno…
Sol y calor no te faltará, es más, es recomendable que madrugues para visitar los monumentos antes de que pegue bien Lorenzo. Recuerdo que viendo el templo de Karnak eran las 8 de la mañana y parecían las 15h de la tarde por lo que picaba el sol ¡¡y eso que fui en octubre!!. Luego también puedes tener la mala suerte de que te pille como a mí uno de los pocos días que llueve pero aun en este caso, Egipto te sorprenderá, en especial el desierto porque verás como «de repente» surge vegetación donde antes había arena.
Egipto te enamorará, quizás por ello este lleno de parejitas españolas de luna de miel 😉